VIAJAR SOLA POR EUROPA

VIAJAR SOLA

Viajar sola por Europa era un sueño que tenía hace rato. No por “Europa” en sí, porque nunca estuvo en mi lista de prioridades. Había algunos países como Suiza o Italia que sí eran destinos que quería conocer, pero el continente europeo no era mi prioridad. Quizás porque no soy mucho de la historia o el arte e, inevitablemente, Europa se identifica con ello.

Este viaje se trataba de algo más, que incluso al día de hoy no lo tengo muy claro… en definitiva, qué tenemos 100% claro, no?

Pero cuando digo que se trataba de algo más, me refiero a que quería hacer un viaje largo y lejos, SOLA. Un viaje de aprendizaje sobre otros países y culturas pero también sobre mí misma. Una especie de desafío personal. Se trataba de ponerme a prueba a mí misma, de “arreglármelas” sola en otros países, con otros idiomas, con otros sistemas.

Y Europa era perfecto. Por un lado, porque los países y ciudades están todos muy bien conectados entre sí, entonces sería fácil moverme de un punto al otro y conocer varios lugares. Además porque todo está organizado y funciona bastante bien, y al menos por donde iba a moverme (y pude corroborar), lo sentía “seguro”. Pufff, cosa no menos importante a la hora de viajar sol@s, no?

MIEDOS A VIAJAR SOLAS

Cuando las mujeres planeamos viajar solas, hay muchos interrogantes que se nos plantean. Sí, también preguntas que nos hacen los demás. Incluso, el oficial de migraciones en el aeropuerto de Ámsterdam me preguntó, sorprendido, si estaba viajando sola.

En realidad, esto sucede cuando cualquier persona quiere viajar sola, más aún si es fuera de su país. Pero, no podemos negar, que las mujeres tenemos miedos “adicionales”. Y sí, justificados. Por la historia, la sociedad, la cultura.

Pero dejar un sueño por miedo? Si la vida misma está llena de miedos. Los miedos van a estar siempre, no hay persona “sin miedo”. Se trata de hacer igual, con miedo. Pero confiando.

Quizás no me fui con tantos miedos (los dejé a un lado, seguramente); pero sí con incertidumbres.

Voy a saber tomarme el tren? Y si lo pierdo? Y si no encuentro el andén y no me puedo comunicar con el idioma? En migraciones me harán muchas preguntas? A la noche será seguro caminar por ahí? Y si el Google Maps no me funciona? Sabré cómo llegar? Si necesito ayuda y nadie me la brinda?

Llegás y todo eso se desvanece. Todos esos “miedos” de lo que “puede llegar a pasar” desaparecen. Porque después todo es más fácil de lo que parece. Sí, aunque me hablen en alemán, en holandés o en francés y yo no sepa ni decir “hola” en ese idioma, me comunico. Porque siempre hay alguien que te ayude. Porque el tren lo encontrás.

Por supuesto que tomé precauciones. Viniendo de Argentina confieso que tengo la costumbre de mirar para todos lados y no hablar con nadie que me resulte “sospechoso”. Aunque a veces eso implique (lamentablemente) juzgar sin conocer. Pero bueno, vengo con un chip que a veces no es fácil de sacar. Así y todo, en cada país, en cada ciudad, en cada pueblo que estuve NUNCA tuve miedo. Me sentía muy segura en cada lugar.

40 DÍAS VIAJANDO POR EUROPA

Durante casi 40 días recorrí 8 países y unas 25 ciudades. Eso implicaba moverme cada 2, 3 o 4 días. El tema del equipaje fue complicado. Llevaba una mochila y una valija mediana. Muchos me recomendaban la mochila grande pero sinceramente a mi espalda la mochila chica ya le pesaba demasiado, y mis rodillas tampoco soportarían mayor peso. Eso va a depender de lo que a ustedes les resulte más cómodo. Prueben.  Eso sí, no se lleven cosas de más. Yo llevé muy pocas cosas, y usé todo. Sólo una campera y un par de buzos que no usé porque me agarró la ola de calor y las temperaturas fueron agobiantes.

Todos los trayectos los hice en tren, así que te invito a leer la guía completa que escribí sobre VIAJAR EN TREN POR EUROPA. Los tickets los compré por la app OMIO que me resultó muy fácil de usar.

Respecto a los alojamientos, estuve en 15 diferentes, entre hoteles y hostels. Todo perfecto en cada uno de ellos. De lo único que me podría quejar es de que muchos alojamientos en Europa no tienen aire acondicionado; pero bueno eso lo sabía de antemano, lo que no sabía que iba a hacer tanto calor!

Los alojamientos los reservé todos por Booking. Chequeé y comparé con otras páginas e incluso en las mismas web de los hospedajes y Booking era la mejor opción. Además que pude reservar todos con cancelación gratuita, algo que súper recomiendo en un viaje largo, por cualquier cambio de planes.

Si querés planear tu viaje a Europa por tu propia cuenta y te gustaría tener una guía completa paso a paso te puede interesar mi Ebook «Cómo armar tu viaje a Europa».

NO TE ABURRÍS ESTANDO SOLA?

Una pregunta que me hicieron muchos fue si no me aburría recorriendo sola, yendo a comer sola, haciendo todo sola. Mi respuesta es un rotundo NO. Al contrario, amo la libertad de hacer mi itinerario a mi ritmo, sin depender o esperar a nadie. Parar a comer cuando quiero, al baño, o a lo que sea! Perderme en las calles sin rumbo fijo o quedarme horas sacando fotos o viendo un atardecer.

Podríamos pensar que esto depende de la personalidad de cada uno, pero permítanme el derecho a la duda. Yo creo que si todos lo probaran, se animaran y empezaran a disfrutar de estar con ustedes mismos, amarían pasar esos momentos SOLOS.

ENSEÑANZAS DE ESTE VIAJE

Sin dudas que este viaje me ayudó a tener más confianza en mí misma, a CREER en mí, a saber que yo PUEDO. Con todo. Me enseñó a tener más paciencia y menos juicios. Incluso me enseñó sobre el amor. Que no “necesitamos” al otro, porque somos seres autosuficientes. Sino que “elegimos” compartir la vida con alguien porque hace nuestra vida más linda de lo que ya es. Y qué lindo es saber eso y elegirse desde el amor!

Y por supuesto que este viaje me enseñó sobre historia, sobre culturas, sobre paisajes. Aprendí muchas cosas de cada país y de cada ciudad que conocí.

VIAJAR SOLA POR EUROPA: UNA GRAN EXPERIENCIA

Caminé 470 km. En Roma llegué a caminar 23 km en un día. Siempre digo que la mejor manera de conocer un lugar es caminarlo. Costó dolor de piernas, de rodillas, callos y cansancio. Pero valió cada paso. Y cómo!

En este gran viaje viví momentos inolvidables. De hecho cada momento fue único y especial. Incluso esos momentos donde me mataba el dolor de espalda o cuando caminaba empapada bajo el sol con 40 grados. También. Y los agradezco.

Asistí a la audiencia del Papa en el Vaticano, presencié el cambio de guardia en el Castillo de Praga, disfruté del atardecer en el río en Salzburgo. Encontré una playa en Viena e hice malabares para llegar al hermoso pueblito de Hallstatt. Quedé atónita ante la plaza dorada de Bruselas. Me sentí en una peli medieval en Gante y pensé que estaba soñando en Brujas. Caminé mucho por la hermosa Berlín y disfruté de un almuerzo frente al río en Múnich.

Dí una nota para la tele desde Ámsterdam y me enamoré de tres pueblitos de Holanda. Recorrí las plazas de Florencia y me maravillé con la ciudad de Roma. Paseé por el puerto de La Spezia y me tomé un día de playa en Bonassola. Nadé en las aguas de las Cinque Terre y me sorprendí de la elegancia de Milán. Me bañé en el lago de Zúrich, disfruté de las vistas en Berna y atravesé el puente de madera más antiguo en Lucerna. Me largué a llorar ante la belleza de Interlaken y me sentí en un cuento de hadas en Lauterbrunnen.

Cumplí un sueño. Viajar sola por Europa.

Te comparto el video con mi itinerario de 40 días por Europa donde te cuento también los precios que pagué de los billetes de tren internacionales.

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